
Introducción
Los elementos retóricos de un texto literario son tan difíciles de clasificar como las propias obras de los autores. El estudio de la literatura ha analizado desde siempre estos elementos que sorprenden y encierran una célula de expresión propia dentro del texto, por así decirlo. Las denominaciones han sido tan variadas como las distintas clasificaciones: figuras o recursos, literarias o retóricas, etc... Además, la extensión del habla hispana fragmenta aún más cualquier terminología técnica.
Influidos por la catalogación española actual, que apuesta por el término "figura retórica" con mayor asiduidad, adoptamos este título advirtiendo la validez de otros títulos como "recurso literario", etc. Así mismo, dividimos las figuras retóricas en dos grandes grupos: figuras de pensamiento y figuras de lenguaje, no sin polémica y reservas.
Definiciones de la Figura retórica
La más frecuente acepción, heredada desde la Antigüedad y claramente definida por Quintiliano, es la de describir la "figura" como una modificación consciente del lenguaje. A partir del lenguaje común, se introducen variantes, se manipula la lengua de manera premeditada e innovadora por parte del autor.
Otros estudios apuntan que no sólo se trata en ocasiones de una desviación sino de una ruptura o alteración del orden lógico. Este aparente caos es premeditado y sorprende, efectivamente, al lector.
Pero si por algo ha sido discutida esta definición aparentemente redonda es por la división de un lenguaje común ajeno de "figuras" y uno literario provisto de ellas. Es decir, el lenguaje habitual de los hablantes está plagado de figuras literarias (exageraciones, metáforas...). De este modo, las figuras literarias no se reducen al texto formalmente literario y la definición clásica se queda, para muchos, corta.
El dilema es, por tanto, establecer un "grado cero" del lenguaje desprovisto de figuras que, para algunos estudiosos, es imposible en el habla real.
Problemas de clasificación
La división de figuras de pensamiento y de lenguaje es bastante moderna. Así mismo, casi unánimemente se dividen los "tropos" de las "figuras retóricas".
Por su vigencia y por convencernos ampliamente, acogemos la división entre figuras de pensamiento, que afectan al significado de las palabras, y las del lenguaje, que afectan a la forma de las palabras. Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta división. La división de Quintiliano se compone de cuatro grupos: las de añadidura (adiectio), las de omisión (detractio), de cambio de orden (transmutatio) y la de sustitución (inmutatio). Esta división ha sido y es, tradicionalmente, la más empleada y considerada como más práctica. La división de las figuras por su función (posición, repetición, cantidad y apelación) es también moderna.
Cualquier división es inevitablemente discutible ya que muchas figuras son en sí mismas, ambivalentes (el calambur es una figura de pensamiento, de lenguaje y fónica, por ejemplo). SIn embargo, la división en figuras de pensamiento y del lenguaje son rigurosamente precisas porque aluden a la naturaleza de la figura y dónde radica su capacidad de "sorprender".
Ejemplo de Figuras Literarias o Retóricas
*Juego de palabras- Una palabra se repite con distinta significación.
*Calambur
*Silonimia- Empleo de diferentes palabras para aclarar y reafirmar una idea. No se dice la diferencia de significados.
Ej. "Un regalo magnifico, maravilloso, etc..."
*Paradiástole- Pone las diferencias de significado entre dos palabras sinónimas.
Ej. "El amor es infinito,
si se funda en ser honesto;
y aquél que se acaba presto,
no es amor sino apetito"
En conclusión, la magia de la literatura y sus recursos se resisten a una definición definitiva. Sin embargo, se debe partir de la primera definición con la siguiente, a nuestro entender, variación: "La figura literaria es una modificación del lenguaje sintácticamente necesario para sorprender al lector y enriquecer el propio texto"(Revista VersOados).
Las figuras retóricas o figuras literarias recogen todos aquellos procedimientos lingüísticos que han sido y son utilizados para causar extrañeza, conmover al auditorio o provocar en él la reacción esperada por el emisor del mensaje. La estilística estudia estas figuras, y el estilo literario de las distintas épocas nos informa de cuáles han sido los procedimientos preferidos por cada escuela de conformidad con su particular gusto estético.
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